“Narizroja” nos plantea la cuestión: «En mi trabajo tengo que decir lo mismo 100 veces, y acabo agotada».
Respuesta: Es curioso que un niño te pueda pedir que le leas el mismo cuento siete veces cada noche. Cuando crecemos, perdemos esa frescura de ver las cosas por primera vez, cuando, en realidad, es así como sucede. No existe la repetición en la vida. Cada momento es nuevo. Y recuperar la frescura es ahora tu tarea.
Puedes, por ejemplo, cada vez que veas a la persona a la que tienes que decir esa frase, imaginarte su vida, sus padres, su familia, y su “casuística” particular. Esa persona es única. Y está frente a tí. Y no volverá a repetirse ese momento. Por eso tus palabras, tu tono, tu contacto con ella, es único. Y, cada vez que sientas el cansancio, te muestra que te has olvidado de lo única que es la persona que tienes delante, de lo único de ese momento, y de lo única que eres tú.